Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (abreviado: URSS, o Unión Soviética). Fue
una federación constitucional de estados socialistas, que existió en Eurasia a
partir de 1922, hasta su disolución en 1991.
La
Unión Soviética fue establecida en diciembre de 1922 como la Unión de las
Repúblicas Soviéticas de Rusia (conocida como Rusia Bolchevique), Ucrania,
Bielorrusia y Transcaucasia gobernadas, las tres primeras, por partidos
bolcheviques y la última por el Menchevique.
La
Gran Revolución de Octubre fue uno de los hechos más relevantes y
trascendentales del Siglo XX, fue una verdadera revolución que estremeció al
mundo, donde sobresalió el genial papel dirigente de Lenin y su concepción
marxista que dio origen al Partido Bolchevique.
El
levantamiento popular en Petrogrado culminó con el derrocamiento del gobierno
imperial en marzo de 1917.
Para
asegurar los derechos de la clase obrera, las asambleas de trabajadores,
conocidas como Soviets, nacen a lo largo de todo el país. Los bolcheviques,
dirigidos por Vladimir Ilich Lenin, presionaron a favor de una revolución
socialista tanto en dichas asambleas como en las calles, derrocándose al Gobierno
Provisional el 7 de noviembre, 25 de octubre según el Calendario juliano, de
1917 y entregándose el poder a los soviets de obreros, soldados y campesinos.
Solamente
tras la larga y sangrienta Guerra civil rusa de 1918–1921, durante la que se
aprobó la primera Constitución soviética de 1918 se afianzó el nuevo poder
soviético.
Unificación
de las repúblicas soviéticas. El 29 de diciembre de 1922 una conferencia de
delegaciones plenipotenciarias de Rusia, Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia aprobó
el Tratado de Creación de la URSS y la Declaración de la Creación de la URSS,
formándose la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Estos
dos documentos fueron confirmados por el primer Congreso soviético de la URSS y
firmados por los cabezas de las delegaciones Mijaíl Kalinin, Mikha Tskhakaya,
Mijaíl Frunze y Grigory Petrovsky, y Aleksandr Chervyakov respectivamente el 30
de diciembre de 1922. El 1 de febrero de 1924 la URSS fue reconocida por la
primera potencia mundial de la época, el Imperio británico.
La
prematura muerte de Lenin en enero de 1924 desencadenó una dura lucha por el
poder. Los principales antagonistas fueron Trotski y Stalin, entonces secretario general del
partido, los cuales se proclamaban legítimos herederos de Lenin. Gracias al
control sobre el aparato del partido, Stalin logró obtener el apoyo de la
mayoría de los miembros de éste y consolidar así su poder. En noviembre de
1927, tras un referéndum interno, el partido repudió por completo las ideas
políticas de Trotski, que fue expulsado de aquél y tuvo que exiliarse en Alma
Atá (la actual Almaty, en Kazajstán). Dos años más tarde, Trotski fue
desterrado de la URSS, y en 1940 murió asesinado en México a manos de un agente
soviético.
En
1929, Stalin fue reconocido como máximo dirigente del partido y del Estado. A
partir de ese momento inició la serie de purgas que caracterizarían sus años de
mandato, y que afectaron en primer lugar a sus antiguos aliados durante la
pugna con Trotski. Esos dirigentes, especialmente Nikolái Ivánovich Bujarin y
Alexéi Ivánovich Ríkov, fueron expulsados de los más altos órganos del partido.
En
la política exterior el pacto Molotov-Ribentrop: El 23 de
agosto de 1939, la Unión Soviética y Alemania firmaron en Moscú un pacto de no
agresión, en el que además, en un protocolo adicional secreto, se dividía a
Europa Oriental y central en esferas de influencia soviética y alemana,
estableciendo también directrices para la partición de Polonia entre ambos
Estados. También en ese protocolo se concedió a Stalin carta blanca para
intervenir en Finlandia y en los países bálticos.
"Pienso
que los planes imperialistas de lanzar a Hitler contra la URSS jamás habrían
justificado el pacto de Hitler con Stalin, fue muy duro. Los partidos
comunistas, que se caracterizaban por la disciplina, se vieron todos obligados
a defender el Pacto Molotov-Ribbentrop y a desangrarse políticamente".
Una
vez iniciada la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, y considerando Hitler que
la caída de Inglaterra era inminente, ordenó atacar a la Unión Soviética,
haciendo del pacto letra muerta. El 18 de diciembre de 1940, el mando alemán
decidió que la invasión a la URSS (Operación Barbarroja) se realizaría en abril
de 1941, pero solo se pudo concretar el 22 de junio de ese año, cuando se
inició el ataque a territorio soviético con más de 3.000.000 de soldados
alemanes. La invasión tomó por completa sorpresa a Stalin a pesar de que tenía
suficientes antecedentes de que esta era inminente.
En
su avance liberó a muchas naciones europeas y asíaticas engullidas por la
maquinaria militar y racista de los hitlerianos. Aunque destrozada por la
guerra, la Unión Soviética surgió del conflicto como una superpotencia
reconocida. Sufrieron más de 27 millones de bajas, entre militares y civiles,
durante todo el conflicto.
La
Unión Soviética fue el país combatiente que soportó casi el 80% del ataque de
los alemanes, por lo que la victoria en la Batalla de Stalingrado y la
consiguiente contraofensiva significó el desmoronamiento de la máquina de
guerra alemana. Aunque destrozada por la guerra, la Unión Soviética surgió del
conflicto como una superpotencia reconocida.
Durante
la posguerra inmediata, la Unión Soviética reedificó primero y entonces
ensanchó su economía. La Unión Soviética ayudó la reedificación de la posguerra
en los países de Europa del Este, fundó el Pacto de Varsovia en 1955, más
tarde, el Consejo de Ayuda Mutua Económica, ayudó económicamente a la naciente
China popular y vio crecer su influencia en otras partes del mundo. Mientras
tanto, política imperialista de Guerra Fría giró a los aliados del tiempo de
guerra de Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos, como enemigos.
Lósif
Stalin murió el 5 de marzo de 1953. Luego de su muerte su sucesor, Nikita
Jruschov, presentó al pleno del XX congreso del Partido Comunista en 1956, un
informe con los errores políticos y los crímenes cometidos por Stalin,
lamentando el culto a su personalidad e iniciando una campaña de
desestalinización.
Después
de Khrushchev, siguió otro período de gobierno por el Comité o mando colectivo
que duró hasta que Leonid Brézhnev se estableció a principios de los años 1970
como la figura preeminente en la vida política soviética.
Tras
la muerte de Leonid Brezhnev y después de la sucesión rápida de Yuri Andrópov y
Konstantín Chernenko, Mijaíl Gorbachov fue designado líder de la URSS.
Gorbachov comenzó a aplicar cambios significativos en la economía, la
Perestroika y la política Glásnost desatando fuerzas oportunistas que con el
aliento de Occidente trabajaron por desintegrar la URSS y el regreso de sus
miembros -especialmente Rusia- al capitalismo. El alejamiento del Partido
Comunista y su dirección de los trabajadores favoreció este proceso.
El
movimiento que definitivamente derrumbó la URSS vino de Rusia, la nación que
había construido el imperio zarista, antecesor del estado soviético. En mayo de
1990, Borís Yeltsin, quien había sido expulsado del PCUS en 1987, fue elegido
presidente del Parlamento ruso. Desde esa posición de poder, Yeltsin impulsó
medidas que precipitaron el fin de la Unión Soviética.
Impotente
y abandonado por casi todos, Gorbachov dimitió como Presidente de la URSS el
día 25 de diciembre de 1991. La bandera roja soviética era arriada en el
Kremlin de Moscú, la bandera rusa la sustituía.
Rusia
tomaba el relevo de la URSS en la escena internacional: las embajadas, el
puesto permanente en el Consejo de Seguridad y el control del armamento nuclear
soviético. Se anunciaba el fin de la Guerra Fría, pero Estados Unidos aprovechó
patra imponer su hegemonía en un mundo unipolar.